El primer uso del té fue medicinal. En China ya se conocía desde el 2500 a.C. y, en este mismo país, en el siglo VII, durante la dinastía Táng, se convirtió en la bebida de las personas refinadas y de buen gusto.
La primera mención a cerca de la ceremonia del té data del Emperador Shômu (724-49).
En China, el té es mucho más que una mera bebida. Es prácticamente un estilo de vida, que tiene connotaciones muy diversas y que se usa para agasajar a la familia, para unir a la gente, y hasta para pedir perdón. El arte del té desempeña un papel cultural importante en China. Inspira poesía, canciones y existe toda una ceremonia a la hora de prepararlo y servirlo.
La ceremonia china del té consiste en la manera de oler, probar, degustar y comparar los cambios en el sabor y aromas entre cada taza posterior. Esta ceremonia no implica que cada persona realice el ritual de la misma manera; no hay reglas estrictas ni relación alguna con la religión, como en las ceremonias japonesas. En China, cada paso del ritual se convierte en una exploración y un aprecio sensorial personal.
El anfitrión utiliza una tetera de arcilla y palillos o cucharas de bambú para agregar las hojas de té. Vierte el té en pequeñas tazas que se llenan hasta la mitad, ya que los chinos creen que el resto de la taza se completa con amistad y afecto. Quien sirve, pasa cada taza a los huéspedes e invita a que primero huelan el té. El invitado agradece golpeando ligeramente tres veces la mesa con su dedo. La cortesía se demuestra bebiendo el té en tres tragos.
La cultura del té en Europa
El carácter chino para té es 茶 y se pronuncia diferente en las distintas lenguas chinas. La mayoría de éstas lo pronuncian de modo cercano a cha (en mandarín se dice chá), pero en chino min (hablado en la costa central de China y en el sureste asiático) se pronuncia te. Son estas dos pronunciaciones de la palabra china para té las que han sido usadas en otros lenguajes alrededor del mundo y revelan de dónde fue adquirida la cultura del té, en cada una de las regiones europeas.
El té llega a Europa, por primera vez a través de la India, cuando los portugueses llegaron a ella en 1497, ya que en la India el uso del té estaba muy extendido. El primer cargamento debió llegar a Ámsterdam (Holanda) hacia 1610, mediante comerciantes que hacían la ruta de manera periódica. En Inglaterra, el té negro llega a través de Holanda y de los cafeteros de Londres que lo pusieron de moda hacia 1657. Desde entonces el té ha formado parte, de una forma muy arraigada, de la cultura inglesa.
El consumo de té adquirió notoriedad, en Europa, a partir de los años 1720-1730. Empieza entonces un tráfico directo entre China y Europa. Para este momento, aún el consumo en Europa oriental era mínimo y casi exclusivo de Holanda e Inglaterra. Francia consumía muy poco, Alemania prefería el café y España era aún menos aficionada. Pero, con el tiempo y con la ayuda de los comerciantes europeos, el té llegó a todo el mundo, tanto para su cultivo como para su consumo.
