Un estudio llevado a cabo por el equipo del Doctor Jia-Hong Gao, de la Universidad de Pekín, y publicado en la revista, de divulgación científica, PANS ha descubierto que el dominio del chino mandarín da lugar a la activación de una parte del hemisferio derecho del cerebro. Un hecho hasta el momento desconocido y que además establece claras diferencias entre las lenguas tonales y las que no lo son.
Desde mediados del siglo pasado, se sabe que determinadas zonas del cerebro, como el área de Broca o el área de Wernicke juegan un papel esencial en la expresión y entendimiento del lenguaje respectivamente y que estas funciones son comunes en todas las lenguas del mundo.
Cuando un paciente sufre una isquemia en el hemisferio izquierdo del cerebro, es habitual la aparición de afasias de distinto tipo que imposibilitan a la persona entender lo que le dicen o expresarlo, aunque lo pueda pensar con claridad.
El equipo de Jia-Hong Gao, reclutó a 26 hablantes nativos en inglés y 30 hablantes nativos de chino mandarín y monitorizó su actividad cerebral mediante resonancia magnética funcional mientras hablaban y escuchaban su idioma.
Compartimos con vosotros dos de las conclusiones más sorprendentes:
Las resonancias mostraron un área activada en el hemisferio derecho, pero solo entre los hablantes en chino mandarín y en los bebés hasta los 10 meses. Esta zona (el polo derecho temporal superior) se consideraba hasta ahora al margen de la actividad relacionada con el lenguaje, por lo que el trabajo aporta una novedad y señala, especialmente, la diferencia en la bilateralidad en función del lenguaje materno, cuya clave podría estar en la naturaleza tonal del chino mandarín.
Los hablantes en mandarín ejercitan una zona del hemisferio derecho cuyo papel se desconocía y que también ejercitan los bebés hasta los 10 meses. Esta habilidad de los bebés, desaparece entre los 3-4 años, pero sólo en los que no han tenido contacto con el mandarín. Los niños que hablan mandarín, siguen ejercitando esta parte del hemisferio. Se cree que la diferencia es el contacto o no, con las lenguas tonales.
La cuestión que está ahora encima de la mesa es si los lenguajes reclutan diferentes áreas cerebrales en función de su naturaleza tonal o no tonal, en cuyo caso, el cerebro de un hablante de chino mandarín y un castellano parlante, por ejemplo, funcionarían de forma sutilmente diferente al expresarse y comprender las palabras. El papel del hemisferio derecho, en una función como el lenguaje en que predomina el izquierdo, también abre nuevas incógnitas que pueden dar pie a nuevos hallazgos.